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!Cristo viene pronto Preparate!
Aunque algunos académicos advierten sobre el riesgo que implica imponer prácticas institucionales occidentales en África, el trasplante de ideas desde oriente involucra los mismos peligros. Sería ingenuo pretender que África registre logros similares a los de China simplemente por copiar algunas políticas públicas específicas. Hoy, África enfrenta restricciones que difieren enormemente de aquellas que imperaban en China cuando este país inició su proceso de reformas. Entre ellas se incluyen desigualdades de ingreso mucho más acentuadas, menor densidad demográfica y mayores tasas de dependencia. Sin embargo, la experiencia de China deja algunas lecciones importantes para África, según Martin Ravallion, director del Grupo de investigaciones sobre desarrollo del Banco Mundial. China no sólo nos deja lecciones positivas. De hecho, algunas se refieren a tendencias que África haría mejor en evitar, como el fuerte aumento en la desigualdad que se produjo en el país oriental. “El éxito de China apunta a un hecho genérico: Los mercados más libres pueden satisfacer los intereses de los pobres”, dice Ravallion. “Los agricultores chinos respondieron en forma espectacular a los incentivos de mercado y es probable que los agricultores africanos actúen del mismo modo. Sin embargo, los logros conseguidos por China dependen de muchísimos más factores que el libre funcionamiento de los mercados”. En un nuevo documento de trabajo sobre investigaciones relativas a políticas de desarrollo, Ravallion sostiene que uno de los mensajes para África deducidos del legado de China es que en el corto plazo es importante concentrarse mucho más en la economía rural y en incrementar la productividad de los pequeños agricultores. Justin Lin, director fundador del centro chino de investigación económica con sede en la Universidad de Pekín y actual profesor del mismo, asumirá el cargo de economista principal del Banco Mundial en junio de 2008. El profesor Lin realizó un trabajo pionero sobre los efectos económicos de las reformas agrarias de China. Su primera visita de observación lo llevará a África donde, entre otros compromisos, visitará proyectos agropecuarios en Etiopía. Ravallion comenta que los mejores datos disponibles para 1991 indican que dos de cada tres chinos del continente vivían con menos de US$1 al día, según precios internacionales de 1993. En ese momento, el indicador comparable era de sólo 40% de los habitantes de África al sur del Sahara. Sin embargo, a partir de ese momento, China y África lograron resultados muy diferentes en la lucha contra la pobreza. En 2004, menos de uno de cada 10 chinos vivía en condiciones de pobreza, mientras que esta proporción se mantenía inalterada en 40% en África al sur del Sahara. Esta divergencia es incluso más dramática si se expresa en habitantes que viven en condiciones de pobreza. En 1981, los pobres de China eran casi cuatro veces más que los pobres de África, pero en 2004, los pobres de China que vivían con menos de US$1 al día eran 500 millones menos que en 1981, mientras que en África habían aumentado en 130 millones durante el mismo período. Es tentador asumir que las exportaciones y el floreciente sector manufacturero, ambos impulsados por la inversión extranjera directa (IED), explican la reducción de la pobreza en China. Pero la IED tuvo su máximo auge en los años noventa, es decir, después de que se produjera la reducción más importante de la pobreza en China. En efecto, Ravallion y Chen (2007) constatan que el crecimiento de la agricultura entre 1981 y 2004 tuvo cuatro veces más impacto en la pobreza nacional que el crecimiento del sector manufacturero o de servicios. Las reformas de mercado deben complementarse con instituciones estatales fuertes. El éxito de China se cimentó en instituciones estatales fuertes que ejecutaron políticas e inversiones públicas adecuadas. África debe mejorar su capacidad para aplicar las políticas necesarias. Es importante que las políticas no dañen a los pobres. Es evidente que la capacidad del Estado debe utilizarse para poner en marcha buenas políticas y eliminar las malas. Un buen recurso para ayudar a los pobres es reducir los impuestos explícitos e implícitos que éstos suelen enfrentar y reducir los sesgos negativos para ellos que existen en las políticas sobre gasto público. La estabilidad macroeconómica es de importancia crucial. La experiencia de China (al igual que la de otros países en desarrollo) indica que es positivo evitar las crisis inflacionarias para lograr una reducción sostenida de la pobreza. Tampoco hay que dejar de lado la integración a los mercados internos. Aunque ésta no es un área en que China haya realizado grandes avances (en parte debido a restricciones a la migración interna), la integración a los mercados internos ha ocupado un lugar importante en la lucha contra la pobreza. Sin embargo, África enfrenta obstáculos muy superiores a los que tuvo China debido en cierto grado a problemas de coordinación a través de las fronteras. Informe sobre el desarrollo mundial 2008: Agricultura y desarrollo China puede ayudar a África en la creación de sistemas de investigación y extensión agrícola. El crecimiento agrícola no es fácil de conseguir y requerirá inversiones en investigación y desarrollo agrícolas que se adapten a las condiciones (con frecuencia agricultura de secano) de África, además de esfuerzos para llevar los resultados de las investigaciones a los agricultores africanos. China puede ayudar a África en la creación de estos sistemas, como asimismo en ofrecerle un mercado para sus exportaciones agrícolas. La industrialización no debe primar con demasiada rapidez. Los gobiernos impacientes suelen intentar iniciar de golpe el proceso de industrialización (mayormente urbano) y dejan de lado las necesidades urgentes de sus pobres rurales. Incluso China podría haber industrializado su economía con demasiada rapidez. En este ámbito, la experiencia de Viet Nam ofrece lecciones útiles que se pueden aplicar en África, ya que este país mantuvo por más tiempo que China su énfasis en el desarrollo agrícola y rural. La profundización de la desigualdad no es el resultado inevitable de mayor crecimiento y menor pobreza. Los africanos que observen el éxito de China podrían verse tentados a concluir que el precio inevitable de una menor pobreza absoluta es la profundización de la desigualdad. Sin embargo, es un resultado que varía de un país a otro. De hecho, en aquellos momentos en que la pobreza se redujo más en China hubo también un descenso en la desigualdad. Cuando el crecimiento es producto de la flexibilización de las restricciones que enfrentan los pobres para acceder a los mercados, puede ayudar a disminuir la desigualdad. “No podemos olvidar que África está compuesta por 48 países, no por uno solo”, concluye Ravallion. “No existe un único gobierno africano central que pueda transmitir las lecciones sobre políticas públicas a todos los lugares, y es ahí donde la comunidad internacional, incluida China, puede ser de gran utilidad”. |
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